Así como muchas de las lecturas que hago a diario, las historias de las personas que buscan ayuda psicológica, me motivan para escribir.
Me conmueve la búsqueda incansable de algunas personas por entender su personalidad, sus emociones, sus sentimientos, o en muchas oportunidades entendiendo todas estas cosas y sin saber qué hacer con eso que ya saben. Las mujeres, los niños, las madres y las parejas son mi motivación y admiro en ellos la capacidad de verbalizar su sentir, la autenticidad y la valentía para aceptar que necesitan ayuda.
La mayoría de esas historias se refieren a tratamientos fallidos, múltiples disciplinas probadas, obligatorios trámites intersectoriales, que llevan a una desesperanza generalizada y llegan abrumados y agotados de tanto que han padecido, y tal vez con estas palabras el propósito sea devolver algo de esa esperanza perdida: “Nunca te canses de intentarlo, principalmente por ti y por quienes te rodean”.